lunes, 3 de noviembre de 2008

// El Laberinto .


Para algunos la vida es un laberinto, para otros un laberinto es un reto; para mí, el reto equivale a vivir en el laberinto. Y sin embargo,  los tres puntos de vista afirman teóricamente lo mismo, ya que como bien aprendimos en la primaria: "el orden de los factores no altera el producto".

Desde el día en que nacimos fuimos condenados a morir, en ese mismo momento fuimos retados a vivir en el laberinto. No tiene caso detenerte, ni tiene caso intentar volver al sitio de donde partiste, porque al fin y al cabo todos vamos a llegar al vértice en el que se interceptan los caminos para unificar nuestro destino. Sin importar que mueras, resucites, reencarnes, dejes de existir, un vampiro te vuelva inmortal, o llegues al olimpo ... tu destino y el mío ya se conocen. Tu destino y el mío son uno sólo, y es precisamente él quien nos acecha en el momento del parpadeo.

Por eso, uno no debe de dejar de caminar, ni debe de cerrar los ojos por error; pues la función del laberinto no es que te pierdas, sino que encuentres. 





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