viernes, 18 de septiembre de 2009

// ¡Que le corten la cabeza!

... y así, una vez que hube recordado estar hecha de carne en vez de acero, me até al poste; pues afortunadamente siempre ha sido más sencillo incinerar a un mortal, que a un trozo de metal.

Y tú... si en alguna otra ocasión has experimentado la insipidez de la piedad, haz algo por mí: arroja el primer fósforo a la hoguera. Mi último deseo es que arda hasta extinguirse.